La fabricación de cajas de cartón es la columna vertebral de miles de negocios que necesitan empacar, proteger y despachar productos sin dramas, ni costos innecesarios. Si estás hasta el cuello con pedidos, clientes estresados y una logística que parece más un rompecabezas que un sistema, este tema te interesa.

Entender cómo se fabrican las cajas de cartón corrugado te da claridad para elegir el tipo correcto, optimizar tus envíos y evitar errores que cuestan tiempo, dinero y (seamos honestos) unos cuantos dolores de cabeza. Porque sí: no todas las cajas son iguales, ni todas las fábricas te ofrecen lo que tu pyme o tienda online necesita.

Saber esto te puede ayudar a negociar mejor, reconocer calidad desde el minuto uno y hasta anticipar tendencias sostenibles que tus clientes valoran cada vez más. 

¿Vamos al grano?

¡Estos son los pasos que se realizan en el proceso de fabricar cajas de cartón!

1. Materia prima y pulpa de celulosa

La fibra de celulosa obtenida de la madera es la base del cartón corrugado, especialmente del papel kraft y el fluting. Según la FAO, más del 90 % de la pulpa utilizada en empaques como cajas de cartón proviene de madera de especies como pino, eucalipto y abeto

Y ojo porque ya el 52 % del papel y cartón que se produce en el mundo proviene de fibras recicladas. O sea que reciclar no es moda: es un estándar industrial en la era de los consumidores conscientes.

En este sentido, podemos resumir que la pulpa puede venir principalmente de dos fuentes:

  • Pulpa virgen (química): pura, resistente, ideal para cajas robustas.
  • Pulpa reciclada (mecánica): más económica y sostenible, pero un poco más frágil.

2. Producción del papel y corrugado

La fábrica de papel toma esa pulpa y la convierte en grandes rollos de papel. ¿Cómo? Con una máquina llamada Fourdrinier, que primero elimina el exceso de agua, luego prensa la mezcla y, finalmente, la seca con rodillos calientes hasta dejarla lista para usar.

¿Y qué pasa después? Se crea una estructura clave para la resistencia: el corrugado. Básicamente, entre dos capas planas de papel se coloca una lámina ondulada, como una especie de zigzag que actúa como amortiguador. Ese sándwich —plano, ondulado, plano— da vida al cartón corrugado: fuerte, liviano y económico.

Y sí, es justo lo que tu negocio necesita para empacar bien sin gastar de más.

3. Encolado y laminado de capas

Una vez tienes las capas listas, el truco es pegarlas bien y rápido. Para ello, se emplean adhesivos generalmente basados en almidón natural, que se aplican y luego se laminan con calor/rolos. El resultado: rollos compactos, listos para cortar y troquelar.

Estas láminas se clasifican según el número de capas onduladas: canal simple, doble o triple. Más capas = más resistencia y más precio. Según tu producto (salsas frágiles, productos pesados, libros, arte…), eliges la mejor opción en tu proceso de elaboración del cartón corrugado.

Así, puedes equilibrar entre costo y protección sin que el cliente termine con un paquete hecho bolsa. 

4. Secado y corte de láminas

Una vez pegadas las láminas, vienen los rodillos calientes y placas de vapor que secarán el cartón corrugado, transformando el almidón en un gel firme que une bien las capas. Este secado no es automático: hay fases cuidadas—precalentamiento, evaporación constante, y remate—que aseguran firmeza sin dañar el material. 

Después pasa al Dry End: ahí se corta en láminas personalizadas (por tamaño del pedido), se apila, se programa su envío a la siguiente etapa. Todo esto en línea, sin pausas.

5. Impresión flexográfica

Ahora le toca el turno a la estética: la impresión flexográfica. Este método es prácticamente el rey en el sector del packaging. En 2023, el valor de este mercado alcanzó casi 8.84 mil millones USD, con proyecciones que superan los 10 mil millones para 2029, según Grand View Research.

Funciona así:

  1. Placas flexibles con tinta rotan sobre el cartón.
  2. Se repite con diferentes colores.
  3. Resultado: diseños nítidos, vibrantes y resistentes al desgaste por transporte. 

6. Troquelado, plegado y pegado

Ya casi estamos: las láminas impresas se llevan a una línea automática donde:

  • Se troquela con cuchillas o troqueles especiales, formando la figura base de cada caja.
  • Se pliegan con ruedas guía que marcan las líneas de doblez .
  • Se pegan (hot-melt o almidón) las solapas para que la caja quede firme; este proceso puede incluir “folder‑gluer”: máquinas que hacen todo en un solo paso.

Este trío (troquelado + plegado + pegado) define el nombre “corrugado convertido”: el cartón pasa de lámina a caja lista para usar. Se pueden fabricar cajas regulares, de pestillo, tipo pizza, de fondo automático; mil variantes, según el diseño que necesites.

7. Control de calidad y sostenibilidad

Una vez que las cajas están listas, entran en juego dos etapas clave del proceso: el control de calidad y las prácticas sostenibles.

Cada caja debe cumplir ciertos estándares para garantizar que resista el transporte, el almacenamiento y todo lo que viene después. Por eso, las fábricas aplican pruebas como:

  • ECT (resistencia al aplastamiento de borde).
  • BCT (resistencia al apilamiento).
  • Medición de humedad: si hay demasiada, el cartón se deforma; si hay poca, puede quebrarse fácilmente.

Todo esto se realiza con maquinaria especializada que detecta errores, controla la temperatura de producción y asegura que cada caja salga con las medidas, el grosor y la firmeza correctos.

La buena noticia: el cartón corrugado es uno de los materiales de embalaje más sostenibles del mercado. Es 100 % reciclable y biodegradable. Y, como ya hemos comentado, en muchos casos, se fabrica a partir de fibras recicladas (como nuestras cajas). 

Las fábricas modernas también están incorporando tecnologías que reducen el consumo de agua y energía, e incluso el uso de químicos. Sí, fabricar cajas de cartón también puede ser parte de una economía circular más limpia.

8. Variantes según tipo de caja

Aunque todo parte del cartón corrugado, no todas las cajas son iguales. Durante el proceso de fabricación, se pueden producir distintos tipos de cajas según la estructura, el uso y el nivel de resistencia necesario.

  • Caja de canal simple: la más básica, ligera y económica. Perfecta para envíos de productos livianos. HSBOX la incluye dentro de sus opciones de cartón corrugado de onda C, ideal para cargas hasta 15 kg. 
  • Caja de canal doble/triple: para cargas más pesadas o productos frágiles. Normalmente, los gramajes son de 380‑460 g/m² (hasta 15 kg) y 480‑520 g/m² con mayor resistencia. 

Y en cuanto a formas, HSBOX cubre diversos diseños:

  • Caja convencional (americana, de cuatro solapas): la típica para envíos de e‑commerce. 
  • Caja tipo larguero: ideal para productos alargados o estrechos; permite impresión a color y selección de gramaje según necesidad. 
  • Caja con tapa y fondo: perfecta para presentar productos premium, elegante y funcional.
  • Caja telescópica: base y tapa ajustable, útil para productos de diferentes alturas y protección optimizada Hsbox.
  • Caja autoarmable (plegable sin pegamento): se monta en segundos, ideal si quieres ahorrar tiempo en packing. 
  • Bandejas y tabiques también disponibles para subdividir internamente y proteger frágiles como botellas o kits. 

¿Por qué vienen bien estas variantes?

  • Evitas pagar más por cajas sobredimensionadas.
  • Puedes elegir diseño y resistencia según el producto: libros, ropa, botellas, electrónica, etc. 
  • Agregas valor con opciones premium como tapa y fondo o autoarmables.
  • Ahorras espacio: las autoarmables y telescópicas se envían planas.
  • Ofreces una experiencia más profesional y organizada a tu cliente final (muy estresado, sin tiempo).

En resumen, la fabricación de cajas de cartón corrugado permite adaptar forma, tamaño y resistencia según lo que se necesite empacar o enviar. Y conocer estas opciones te da criterio para elegir mejor, sin pagar de más por un empaque que no necesitas.

Si buscas un proveedor que ya maneje todos estos estándares —calidad, personalización y sostenibilidad—, en HSBOX tienen opciones pensadas para negocios como el tuyo.